“Llegué acá como llegamos todas: rota”
Pacientes que se recuperan con tratamiento para TCA y dejan su testimonio. Hoy tenemos las palabras de Flavia Rivara al recibir su alta.
“No podía despedirme de Psiclo sin usar la herramienta que tanto me ayudó: bajar al papel lo que da vueltas en la mente.
“Hoy tengo 30 años y cuando enfermé era una preadole de 12 con un trastorno que ni siquiera sabía que lo era y que sostuve durante largos y tortuosos años. Les aseguro que sé lo difícil que es creer que se sale pero acá me ven: conociendo el sentimiento de sentirme orgullosa de mí y lo comparto porque en uno de estos encuentros allá por el 2021, los relatos de las chicas que se iban me hicieron pensar, aunque sea por un ratito, que yo podía y esa es mi intención hoy con quienes están dando los primeros pasos (o tropezones).
“Quiero animarlas a que se amiguen con dos ideas claves: la de cambio y la de proceso.
“Por increíble que parezca lo dice alguien que inició contracorriente, con asistencias irregulares, discutiendo cada indicación, alguien que en su primer día de grupo le dijo a Mariela “yo no soy alcohólica anónima para estar acá”. Sin dudas ese entra en uno de los momentos que me mantienen humilde, al día de hoy me disculpo por eso, pero sin una pizca de vergüenza porque en ese momento sí pensaba que era inútil.
“Resultó que tiempo después, cuando tuve la opción de no asistir a grupo lo extrañé muchísimo: entendí que sana la palabra pero también la escucha y, si a una sola de ustedes mis palabras le sirven, hice hoy más de lo que esperaba.
“Llegué acá como llegamos todas, rota. Algunas llegan con familias atrás (o al lado más bien) y otras, como es mi caso, no contamos con una gran red de apoyo ya sea porque vinimos de grandes, porque vivimos solas y somos del interior, porque la enfermedad nos aisló o simplemente porque esos otros que amamos no pueden estar, y así está bien. A ellas las abrazo especialmente porque como dice el libro, rotas se camina igual y me animo a decir que solas también. Les prometo que se sale y les juro que acá van a encontrar siempre el empujón que les falte: en sus compañeras, en cada uno de los profesionales, y en Vale, que es a mi criterio, una especie de comodín, a veces amiga, a veces mamá, pero siempre confidente con unos cálidos abrazos que recomiendo utilicen cuando la cuestión se vuelva oscura.
“Sin lugar a dudas, hospital y módulo dos son cuesta arriba con lluvia torrencial: se llora a mares y, si se me permite el consejo, “vacíen el alma pero no el cuerpo que es el que necesitan entero para ver la tormenta despejar”.
“Sé que es difícil de creer, sé que las ideas que una tiene acerca de su cuerpo y de lo que los otros creen de nosotras o del supuesto daño que causamos y la culpa que cargamos son tan reales como que el sol sale todos los días: esta es la verdadera distorsión.
“Al menos ese fue mi desafío en módulo tres: entender que la distorsión más fuerte estaba en la percepción de mí misma y de la realidad, no la de mi cuerpo.
“Les aseguro que con constancia y de a poquito se aprende a restringir situaciones y seleccionar personas y no comida; gran aprendizaje que me llevo de Romi, mi nutri, quien aun con mi alta en puerta me dio la confianza de preguntarle si mi porción de algo que no como con frecuencia estaba bien: después de todo, reconozco que el registro es una gran herramienta que aún hoy utilizo.
“Como dice el gran Aníbal, la salud no es un proceso acabado y la enfermedad probablemente siga siendo el talón de Aquiles: todas las que nos vamos seguimos trabajando, solo que aprendimos a identificar exactamente el momento de “volver al orden”.
“He aquí la frase célebre de todo Psiclo, la que tantas veces escuché de mis médicas, especialmente de Coqui, porque como a casi todas, los estudios clínicos nos resultan tan aburridos como necesarios. Gracias por la paciencia esperando resultados que no traía porque me daba miedo que me den mal y nuevamente, gracias Vale por administrar mi medicación cuando no estaba en condiciones de hacerlo: conozco de primera mano lo terrible que es perder el control pero reconozco que fue la mejor de mis concesiones, espero que la de ustedes también.
“No me quiero ir sin reconocer el trabajo de Silvia quien acertadamente tuvo la difícil tarea de darme el diagnóstico de bipolaridad y, con enorme paciencia, escuchó y acompañó firme mis negativas a la medicación. Sé que en esto no soy la única y puedo afirmarles dos cosas: que nadie las quiere dopadas y que la medicación sin voluntad de cambio es una mesa de tres patas.
“Por último, reconocer el trabajo de los verdaderos remadores: los terapeutas de grupo; las mías: Juli y Mariela. Sin sus intervenciones no hubiera aprendido que la salida es colectiva y que no estaba sola sino que, simplemente, no tenía a quienes quería, pero sí tenía amigos como Nicolás que conoce todas mis versiones, y se quedó.
“Hoy, por extraño que suene, soy psicóloga, trabajo en justicia y en consultorio y poco ha quedado de la estudiante enferma con trabajos mal pagos que llegó acá: a todos los que forman parte de Psiclo les agradezco profundamente por convertirse en hogar, por tres años de transformación, aprendizaje y por sacar de mí lo que no sabía que había.
“Gracias a todos por el respeto al escuchar mi experiencia, de corazón les deseo que las anime y como dicen por acá: “confíen en el proceso y vuelvan al orden”.
Flavia Rivara
25/11/2024