Reflexiones en #CUARENTENA
“Estás más gorda” y el duro proceso de una paciente con anorexia
Una paciente devuelve una reflexión a raíz de comentarios que recibió en estos días sobre que está “más gorda”.
Su texto, que nos autorizó a difundir y que ella misma publicó en sus redes sociales, cierra proponiendo que como “el mundo está dado vuelta y tenemos mucho tiempo para pensar, pensemos en el otro, en cómo ser mejores personas, no en tirar mierda”.
Cuenta que opiniones sobre su cuerpo la llevaron a la anorexia, primero; a la bulimia, después, y a transitar varios tratamientos para reconciliarse consigo misma, recuperar afectos y continuar la vida.
Aquí sus propias palabras:
“Dado que me hablaron 2 personas para decirme un ‘estás más gorda’, decidí escribir esto.
Primero, me parece una total falta de empatía a esta altura criticar o dar opiniones sobre un cuerpo ajeno. Nadie sabe lo que está transitando la persona detrás de lo que muestra.
Después, muchos no lo saben pero desde los 13 años padezco problemas de alimentación. Todo empezó cuando iba a danza clásica y mis compañeras eran flacas y yo más bien gordita; ahí decidí dejar de comer porque quería verme como ellas. Logré bajar mucho de peso hasta que me diagnosticaron anorexia. No entendía por qué estaba mal si todos me felicitaban porque había bajado de peso y me veía bien. Pero lo que nadie sabía es que vivía a base de té y manzana, que mi cuerpo estaba dejando de funcionar, que ya no menstruaba, se me caía el pelo, estaba todo el día de mal humor y solo lloraba.
Después de transitar casi 2 años de tratamientos muy duros, en los cuales iba al hospital casi todos los días, hacía todas las comidas (imagínense pasar de comer una manzana a un plato de fideos o lo que fuese, mi cuerpo no entendía esto y sentía un dolor indescriptible porque me estaba fallando a mí misma o a mi idea de “no voy a comer más”), después de esos dos años me dieron el alta porque volví a menstruar y recuperé mi peso. Pasé uno o dos años bien, hasta que volví a caer pero de otra forma, vomitar. Estuve seis meses sin que mi familia se diera cuenta hasta que me encontraron haciéndolo. Para mí, había entrado en un mundo de color rosa, comía todo lo que quería y para no engordar lo vomitaba, ¡era perfecto! Hasta que empecé a desmayarme, volví a perder la menstruación, estaba débil, de mal humor, y mi cabeza no paraba un segundo de pensar en mi próximo atracón de comida y vómito. Llegué a pesar 46 kilos midiendo 1,70. Aun así no me sentía lo suficientemente flaca para ser aceptada socialmente. Volví a hacer un tratamiento, lo dejé de vuelta, y así sucesivamente. En todo ese tiempo perdí muchas cosas, principalmente salud, amores, amistades, familia y a mí misma. A lo que quiero llegar con todo esto es que no hace falta recordarle al otro sobre su cuerpo, todos tienen espejos en la casa, y sobre todo, que mientras sea dentro de los parámetros sanos lo exterior no importa, ¡es solo el envoltorio de lo que somos! Y es primordial la buena relación con nosotros mismos, con nuestros cuerpos, aprender a quererlo y aceptarlo. Actualmente estoy haciendo un tratamiento y me siento mucho mejor, tengo mis altibajos pero la voy luchando.
Es importante pedir ayuda en una situación así, no se sale solo, no es algo que lo podés manejar ni es una estupidez, es jugar con nuestra salud y vida.
Cerrando todo esto, a las personas que opinan sobre los cuerpos ajenos piensen un segundo antes de criticar o decir cosas que al otro le pueden afectar. Tengamos un poco más de empatía, el mundo está dado vuelta y tenemos mucho tiempo para pensar, pensemos en el otro y en cómo ser mejores personas, no en tirar mierda.”