Empecé el tratamiento hace un año, y según mis papás y mis amigos, el cambio es notable… Supongo que cambié, ya no soy esa versión mía a la que tanto me aterra volver, la que sufría un atracón todos los días”.
Me negaba a verme enferma, esto me generó muchísima angustia y fue lo que me impulsó a poner un ‘basta’, no podía seguir así ni quedarme de brazos cruzados y me propuse empezar el tratamiento y poner lo mejor de mí en esto. Empecé el tratamiento en Psiclo porque tenía malos hábitos alimentarios y me empecé a ordenar y a relacionarme de nuevo con la gente”.
Me siento mucho mejor que cuando comencé el tratamiento. Rompí algunas barreras de mi cabeza y otras siguen ahí, pero con el tiempo las voy a romper. Tengo mis problemas, pero el tratamiento me ayuda a enfrentarlos de la mejor manera: es como agarrar una mano que me guía”.