Estás más delgada, estás linda

Podríamos comenzar por responderle: Y a vos, ¿quién te preguntó?

Claro, no sería una respuesta acorde a nuestras normas de cortesía, pero es una devolución posible para quienes opinan sobre nuestro cuerpo y nuestra imagen.

Y lo hacen en relación a lo que la publicidad impone como medida de belleza y la propia sociedad sostiene en su mirar y decir.

El verano es EL momento de esas miradas y de los temores a exponer el cuerpo a una vara inalcanzable.

Ese parámetro de belleza (¿?) se traduce en un hostigamiento constante al cuerpo y a la mente. Comer menos y menos; comer un montón y vomitar; atracones y culpa.

Las que tienen sobrepeso, sí, sobre todo ellas saben que son un objetivo fácil de burla y discriminación, y encima, sienten culpa porque están con kilos por encima del “ideal”.

Así no hay buena vida; no hay disfrute ni goce de nada.

Y en el fondo está un dedo señalador que muestra cuáles son las imágenes de la belleza y de la felicidad.

De tanta deconstrucción de la que hablamos, ¿qué tal si reflexionamos sobre qué mandatos incorporamos y cuánto nos cuesta conseguirlos? Y sobre todo, ¿realmente, es eso la belleza y la felicidad?

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