Se viene la tormenta pero ahuyentamos los miedos
Trabajo con pacientes en tratamiento por TCA
En Hospital de Día, hicimos una fantasía guiada donde una tormenta se nos presentaba en medio del mar.
A partir de allí, trabajamos los vínculos que creamos con fuerzas exteriores para revisar con qué recursos contamos para enfrentar los temores.
Imágenes y palabras de las pacientes, muestran el proceso realizado.
#1
“A veces me ataco a mí mismo porque pienso no ser suficiente o inteligente. A veces me muestro colorido y feliz por fuera cuando en realidad estoy atravesando una tormenta. Mi propia tormenta soy yo. Cuando ‘yoyo’, es horrible. Yoyo pelea contra yoyó para defender a yoyo. No, no es broma, no sé qué hago para defenderme, solo dejo que pase, a lo sumo pido ayuda a otros”.
#2
“Aunque el miedo me carcomía, sabía que contaba con chaleco salvavidas que podía utilizar si era lo suficientemente lista. La tormenta es mi vida actual. Mi chaleco salvavidas es el orden que me da Psiclo, el apoyo de mi familia y mi objetivo de ir a la facultad siendo una persona sana”.
#3
“Quiero hundirme, estoy cansado de esta tormenta. Voy a intentar irme o alejarme de ella”.
#4
-“No puedo ver nada de esta tormenta que me aleja cada vez más. Ya no puedo más, me repito, hasta que veo una luz. La sigo y la busco. Nunca había visto algo tan hermoso. Por primera vez estoy viendo con claridad el camino, lo sigo. Me gusta lo que veo pero tengo que volver a casa. La tormenta es esta enfermedad de mierda que me hace vulnerable y pequeña, pero gracias a todos los que me acompañan puedo lograr ver la luz que me llama y me invita a disfrutarla. Puedo salir empezando a cuidarme y amarme”.
#5
“Lucho para que la tormenta no me gane, para que no me hunda por completo. Grandes olas me arrasan, sin embargo sigo maniobrando para llegar a la costa. La tormenta lleva el nombre anorexia/tristeza. En la vida real me defiendo de dos maneras: solo esperar a que pase y me lleve hasta donde me tenga que llevar o sigo aprendiendo, intento mirar el sol escondido para que me llegue un ratito de sol, me ilumine y pida ayuda”.
#6
“Estaba ahí en el medio del mar sola y desentendida, había una tormenta con mucha ira, me llevaba de acá para allá (…) después de esa tormenta me sentí viva otra vez. Fue muy difícil defenderme, me ayudó un poco la medicación, hablar, las chicas del grupo, pero los que siento que más me ayudaron son todas las profesionales que tengo atrás y la tormenta del presente es mucho más liviana y lo único que tiene que solucionar es su tema con el cuerpo y la mirada del otro”.
#7
“Había momentos en los que me calmaba un poco y el capitán del barco podía estar en paz. Otros donde la angustia y la desesperación por querer que el barco no se hunda me ganaban. La tormenta se hacía eterna. Mi tormenta es la recuperación. Hay momentos donde me gana la angustia, la ansiedad”.
#8
“En el medio del mar estoy yo, intacta, sorprendente ¿no? Y más aún después de aquel temporal que hacía parecer que el cielo caía a pedazos. (…) preparándome para lo que viene, ¡allá voy! Mi tormenta se llama la escondida, que cuando aparece rompe con todo. Me hace sentir con mucho enojo al comienzo pero después me logro calmar. Me defiendo apuntalando mi persona, trabajando mientras todo pasa”.
#9
“La tormenta representa a mi mamá, a pesar que ella me saca a flote a veces también me hunde. No portaba remos pero podía impulsarme con fuerza y tratar de esquivar las olas sin saber a dónde iba y salía mejor que estar sola en el medio de la nada”.