Mesa servida con platos, vasos y cubiertos para varios comensales

Bulimia y anorexia: el peligro de la obsesión por el cuerpo y la comida

Nota publicada el 3 de diciembre de 2018 en La Nación.
Por Josefina Edelstein.

Julia es una chica común que, como muchas adolescentes, se encerró en la anorexia y quedó atrapada durante algunos años hasta poner en peligro su vida.  “Llegué a pesar 36 kilos, mi existencia giraba en torno al cuerpo y la comida y me negaba a reconocer que estaba enferma, hasta que empecé a tener problemas en los riñones y comencé un tratamiento que me salvó la vida”, cuenta a pocos días de recibir el alta en el centro especializado sobre desórdenes alimentarios donde se rehabilitó.

Asegura que, para salir adelante, es crucial la comunicación con la familia, aunque muchas jóvenes se niegan a contar lo que les pasa y ocultan sus artimañas para bajar de peso.

Los trastornos de la conducta alimentaria, como bulimia y anorexia, acapararon la atención en los medios y las redes sociales tras las confesiones de Candelaria Tinelli y de otras mujeres del mundo del espectáculo.

“Estos trastornos tienen gran relevancia porque afectan a la adolescencia y la niñez y tienen un 5 a 15 por ciento de mortalidad”, subraya Mabel Bello, fundadora de Aluba y actual consultora médica de la institución.

Uno de cada 3 adolescentes tiene algún desorden alimentario, mientras que el número de casos se triplicó en los últimos años en la Argentina, de acuerdo con datos de Aluba.

“La mayoría son mujeres y típicamente comienzan con estas patologías en la adolescencia y cada vez más temprano”, señala Silvia Cáceres, psiquiatra de Psiclo-Desórdenes Alimentarios.

Las que padecen bulimia comen gran cantidad de comida en poco tiempo y después hacen lo posible por eliminar los atracones con conductas purgativas: consumen laxantes, diuréticos y se provocan vómitos.

Las que tienen anorexia, se privan al máximo de comer, constantemente descartan lo que consideran que engorda y aunque tengan hambre, lo niegan.

Muchas veces caen en estos trastornos de la conducta alimentaria cuando empiezan a seguir alguna dieta y el problema se instala con la obsesión por el cuerpo y la comida. Se hallan en un círculo vicioso del que no pueden salir solas porque, entre otras cosas, niegan que estén enfermas y se ven gordas aunque exhiban una delgadez extrema.

La anorexia y la bulimia son patologías psíquicas y adictivas, conducen a un túnel oscuro donde es muy difícil que solas puedan ver la salida. En estos casos, los tratamientos efectivos son interdisciplinarios (psicólogos, psiquiatras, médicos, nutricionistas, acompañantes terapéuticos) y con profesionales especializados en desórdenes alimentarios.

La adolescencia es un periodo de especial vulnerabilidad por los cambios que se producen en el cuerpo y las emociones.

“Los cambios físicos, muchas veces con aumento de peso, pueden precipitar los trastornos de la alimentación debido a la dificultad de aceptar un nuevo cuerpo. Esto tiene como trasfondo un marcado temor a crecer, que se encuentra omnipresente en los trastornos de la conducta alimentaria”, explica Aníbal Zampini, psicólogo y director de Psiclo.

Por otro lado, está la presión social que se reproduce y reafirma en los medios de comunicación y en las redes sociales, equiparando éxito y belleza con tener un cuerpo delgado y esbelto.

“Más que nadie, son las mujeres las que siempre han sacrificado su propio bienestar y el cuerpo a los mandatos de belleza”, remarca Bello.

En las redes sociales muchas jóvenes, y también varones, encuentran “recetas” peligrosas para bajar de peso.

“Son grupos de enfermos que dicen cómo engañar a los médicos, cómo engañar a la familia, cómo hacer dieta y hacen campeonatos para ver quién dura más tiempo. Incluso, cuando nuestros pacientes han visitado esos grupos, se dan cuenta que de pronto una chica que conocían no participa más, e intuyen que se murió. No obstante, siguen fanáticamente a estos grupos. Y a los pacientes que han pasado por esta experiencia, les resulta más difícil adherirse al tratamiento porque han juntado resistencias contra cualquier tipo de ayuda”, advierte Bello.

Cuando llegan a la consulta, se advierte que algunas pacientes no toleran más su problema y otras exponen sus resistencias. “Por mí no haría tratamiento, me siento bien así, pero vengo por mi familia”, “vengo obligada y estoy enojada”, “me gustaría poder comer y no tener miedo”, “quiero curarme, ser feliz y tener una vida normal”, son algunos de los testimonios que Silvia Cáceres recoge de su experiencia.

Los especialistas subrayan que no se enferma de bulimia o anorexia quien quiere, sino quien puede, en cuanto a que hay condiciones de personalidad, genéticas y emocionales que predisponen para desarrollar estos problemas.

Un grupo vulnerable son las personas autoexigentes y perfeccionistas. “Tenemos una mayor cantidad de abanderadas de escuela que chicas con otros promedios; hacen cualquier cosa para lograr aprobación”, ilustra Bello.

Otro factor predisponente es una gran inestabilidad emocional e impulsividad.

También son susceptibles “las personas que tienen complicaciones psiquiátricas como depresión, trastorno bipolar o trastornos de personalidad”, indica Zampini.

“Existe un grupo minoritario, de más o menos un 20 por ciento de pacientes, que ha recibido como experiencia un abuso sexual en la infancia. Este grupo padece patología alimentaria como conducta autodestructiva y de baja autoestima”, añade Bello.

Cómo detectarlas

  • Aislamiento
  • Irritabilidad y malhumor
  • Notorio cambio de hábito alimentario
  • Obsesión por el cuerpo: se miran constantemente en el espejo, se pesan.

Anorexia:

  • Excesiva pérdida de peso.
  • Cortar la comida en trozos muy pequeños.

Bulimia:

  • Levantarse de la mesa inmediatamente después de comer e ir al baño.
  • Falta de dinero en la casa (para comprar comida y laxantes).
  • Falta comida, por los atracones.
  • Ropa manchada por los vómitos.
  • Envoltorios de laxantes o de comidas escondidos en los dormitorios.

(La foto ilustrativa corresponde a la película To the Bone).

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