Mirá cómo aumentó de peso.
¡Mamá, no se habla de los cuerpos de las personas!!!
L@s jóvenes nos enseñan.
El comentario sobre el cuerpo ajeno puede ser una ingenua descripción.
Sin embargo, estamos acostumbrad@s a que haya juicio y crítica, incluyendo burla.
Así, se termina con vergüenza por el propio cuerpo (“body shaming”).
“¿Aumentaste de peso?”
“¡Cómo adelgazaste, estás muy lind@!”
“Ese pantalón no le queda bien”.
“Mirá el gordito cómo le pega a la pelota”.
Y podemos seguir una interminable lista.
El cuerpo queda expuesto a la mirada propia y externa, y cuando no encaja en “lo que debería ser” según las pautas culturales, se cruzan problemas en la identidad y autoestima.
Las imágenes que sobrevuelan sobre cómo tenemos que vernos, son parte de la causa de la relación entre el propio cuerpo y la alimentación.
Mejor, no hablemos de la apariencia de l@s otr@s.