“Me voy siendo yo y todo lo que gané”
Con un testimonio profundo y contundente, Candela se despide de su tratamiento en Psiclo.
Florencia García Reynoso es la psicóloga referente de su recuperación de trastornos de la conducta alimentaria.
Candela, infinitas gracias por tus palabras.
Aquí seguimos, siempre conectad@s.
¡Buena vida!
“Hace cuatro años (o capaz un poco más) me empecé a sentir insuficiente, desconforme, incómoda… incómoda conmigo misma, con mi cuerpo, con mi manera de ser, y, ante eso, decidí cambiar. Soy consciente desde siempre que el cambio trae consecuencias, no fui consciente de que iban a tener tal magnitud y no lo fui por mucho tiempo. El proceso de “cambio” comenzó como cualquiera, normal, sin demasiadas repercusiones, sin nada malo. Dieta, ejercicio, cambiar cosas, hasta que las cosas empezaron a cambiar para mí. Un día me desperté y no sentía la necesidad de comer como lo hacía habitualmente, no tenía ganas de comer lo que comía habitualmente y, no menos importante, me sentía culpable cuando lo hacía. Mi vida se empezó a basar en el control. Control de lo que comía, de cuánto ejercicio hacía, cuántas calorías consumía por día, cuánto pesaba, básicamente todo empezó a ser un número.
“En ese momento alejé a muchísima gente de mi lado hasta quedarme completamente sola con mi enojo. Estaba enojada porque, en mi cabeza, todos me estaban dando la espalda, todos me estaban dejando sola y todos buscaban algo para pelear conmigo. Después de cuatro años, al fin, puedo admitir que fui yo, o lo que me estaba pasando, quien alejaba a todo el mundo; también puedo admitir que no era enojo, era tristeza.
“Cuando me di cuenta de lo que me estaba pasando también advertí que era tarde para arreglarlo. Necesitaba llegar a la meta que me había puesto en la cabeza, no me gustaba decepcionar a nadie y, en ese momento, no podía decepcionar a lo que fuere que me estaba pasando. Como dije, era demasiado tarde (o eso creía) para volver atrás, para arreglarlo, para pedir ayuda.
“El pedido de ayuda nunca sucedió porque fui empujada a la ayuda. En el medio de un almuerzo muy incómodo y un plato de fideos, mi mamá me preguntó si necesitaba ayuda y no hizo falta decir nada. En un mes estaba viviendo en Córdoba empezando con uno de los procesos más largos y difíciles por los que atravesé.
“Empecé el proceso (y realmente empecé el proceso) a principios de enero de 2018, ya diagnosticada con anorexia nerviosa y muy triste, enojada, confundida, sintiéndome totalmente sola, perdida y desesperanzada.
“Fueron tres años muy largos, difíciles, con miles de altibajos, risas, tristezas, enojos, confusiones, una recaída de por medio, pérdidas, conexiones, reconexiones. De todo eso lo que más me costó sanar fue la tristeza que tenía adentro. ¿Por qué me había pasado esto a mí? Hasta que después de mi recaída empecé a preguntármelo desde otro lado: ¿Por qué no?
“Dejé de odiar el haberme enfermado porque si no me hubiera enfermado jamás hubiera sanado todo lo que sané, jamás hubiera crecido de la forma en que lo hice, jamás me hubiera dado cuenta de que tenía tantas cosas sin sanar, jamás hubiera conocido toda la gente hermosa que tengo hoy conmigo, jamás hubiera llegado a ser quien soy ahora.
“Me voy con miles de herramientas, de amistades, de cariño, amor, consejos y me voy siendo yo. Hoy estoy y hoy soy, soy la de hace cuatro años y soy todo lo que gané.”
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